La tecnología ha sido clave para que el banco, que hace parte de la Fundación Microfinanzas BBVA, amplíe la cobertura.
Carlos Torres, consejero delegado de BBVA (tercero de izq. a der.), conoció la experiencia de beneficiarios de microcréditos, como Luz Dary Guerrero.
La Fundación Microfinanzas BBVA, que en Colombia opera por medio de Bancamía, también ha encontrado en la digitalización un mecanismo clave para poder irrigar más préstamos productivos a microempresarios.
De hecho, ya el 95% de sus operaciones de crédito en el país son digitales, pues los asesores que dan atención personalizada, incluso en zonas de difícil acceso cuentan con una tableta en la cual se hace todo el proceso.
A su vez, los casi un millón de clientes de Bancamía pueden gestionar sus préstamos y cuentas por medio de la aplicación móvil.
“Esto hace parte de nuestro propósito de poner al alcance de todos las oportunidades de esta nueva era, pues la Fundación provee pequeños créditos productivos que ayudan a que personas desfavorecidas salgan de la pobreza y generen riqueza para ellas, su entorno y la sociedad”, dijo ayer el consejero delegado del BBVA, Carlos Torres Vila.
El máximo directivo del grupo español estuvo en Bogotá, conociendo de primera mano la experiencia de pequeños emprendedores que, con ayuda de los microcréditos, han podido sacar a flote sus negocios, así como la agilidad que les provee la tecnología, pues gestiones de crédito que antes tomaban entre 3 y 5 días, hoy pueden resolverse en apenas una hora.
Uno de los casos es el de Celina Delgado y su esposo Luis Álvaro Guevara, quienes derivan su sustento de una panadería y un negocio de ventas por catálogo, ubicados en lo más alto de los cerros nororientales de Bogotá, a donde no llega ni el transporte público formal.
Aunque Celina no oculta el temor que le causa endeudarse –de hecho procura pagar siempre antes del plazo–, reconoce que los préstamos les permitieron dejar de ser empleados para concentrarse en sus propios negocios, y construir su casa propia.
En otro punto de la localidad de Usaquén está el concurrido puesto de arepas de Luz Dary Guerrero y su esposo Albeiro.
Ella dice que el microcrédito le dio el impulso inicial para poder comprar más insumos y aumentar las ventas, con lo cual pudo abandonar un trabajo que no le daba tiempo para atender a sus dos hijos.
Además, también fue una ayuda para poder comprar una moto, en la que su esposo se encarga de repartir domicilios.
Cálculos de Bancamía señalan que el 54% de sus clientes logran salir de la pobreza después de permanecer al menos dos años con los préstamos productivos.
Actualmente, el 55% de los clientes de la entidad microfinanciera están en áreas urbanas y el resto en zonas rurales.
Justamente, estos últimos son quienes concentran los mayores desafíos, toda vez que Bancamía ha manifestado su interés por jugar un rol clave en el posconflicto apoyando emprendimientos productivos en distintas regiones del país.
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