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Por qué el oro no se deprecia en el largo plazo?


El precio del oro es fluctuante pero ascendente si bien ha pasado por periodos de fuerte caída, siempre ha recuperado su esplendor.
 

«En realidad nadie comprende los precios del oro y yo no pretendo entenderlos tampoco». Ben Bernanke (ex presidente de la FED)

Muchos factores inciden sobre el precio del oro y son los que hacen que este suba o baje en un momento dado, pero no siempre funcionan de manera consistente:

Por ejemplo:
Es bien sabido que cuando el precio del dólar sube el oro baja… ¡pero no siempre es así!
Cuando la inflación sube, el oro también sube… ¡pero ocasionalmente ocurre lo contrario!
Cuando los intereses suben, el precio del oro baja… ¡pero también puede subir cuando los primeros suben!
El oro baja cuando la economía mejora… ¡pero eventualmente sube conjuntamente con la economía!
El precio del oro baja cuando el reporte de empleo de los Estados Unidos es positivo, pero baja si este es negativo… ¡pero puede ocurrir lo contrario!… si se presentan otros factores.

Como puede verse, el señor Bernanke tiene mucha razón: no hay manera de anticipar los movimientos del oro. Todo lo que se diga son especulaciones y estimaciones, generalmente basadas en los anteriores factores. Sin embargo hay una ley que siempre se cumple o, por lo menos, siempre se ha cumplido: en el largo plazo el oro no se deprecia. 

Un ejemplo que se encuentra a menudo en diferentes textos para demostrar que el oro conserva su valor nos dice que hace 100 años con una onza de oro podía comprarse un traje de alta calidad en la famosa calle “Saville Row”, en Londres. Hoy en día, con una onza de oro puede comprarse un traje similar, en el mismo lugar. ¿Podríamos decir lo mismo del dólar, la libra esterlina u otra moneda? El precio del oro es fluctuante pero ascendente: si bien ha pasado por periodos de fuerte caída, siempre ha recuperado su esplendor.

El siguiente gráfico nos muestra los precios del oro de los últimos 20 años (1996 – 2016), durante los cuales ha pasado de los $380 a $1.900 por onza, con periodos de caídas esporádicas; algunas más pronunciadas, como las de 2006, 2008 y 2012. 


La caída actual que comenzó a finales de 2012, después de haber alcanzado el pico máximo, ha sido la más prolongada y, de acuerdo con comentarios de algunos especialistas, aún puede durar algunos meses (o años) más, y puede llevar el precio hasta niveles que solamente podrán aguantar aquellos inversionistas que tengan un estómago resistente. Pero la recompensa será grande para quienes sepan esperar.

Para escribir este libro he investigado profundamente el mercado del oro y cada uno de los factores que inciden sobre su precio. Mi objetivo al comenzar este trabajo era el de determinar si realmente justificaba el riesgo de invertir en oro, por cuanto la volatilidad es alta y por lo tanto amenazante. 

El extenso análisis llevado a cabo terminó por demostrarme que todos los factores conducen a una conclusión inequívoca: el aumento del precio del oro a niveles estratosféricos es un hecho. Un hecho que ya está entre nosotros, pero que aún puede tomar algunos años en hacerse evidente, debido a que la manipulación de los grandes poderes económicos del mundo está tratando de ocultarlo, para mantener el control de la riqueza a través de papel moneda sin respaldo real (moneda fiduciaria o moneda fiat).

Imagine, apreciado lector, que usted puede imprimir billetes en la impresora de su casa y luego sale de compras, y que cada vez que se le agota el dinero, imprime más y más billetes y sigue comprando. Eso es exactamente lo que hacen los gobiernos de todos los países a través de sus bancos centrales: imprimen cantidades ingentes de billetes que distribuyen a través de las redes bancarias para que los ciudadanos intercambien sus bienes y servicios y, por supuesto, paguen los impuestos que van a las arcas del estado para cubrir sus gastos y hacer que el sistema funcione. Cuando se les acaba el dinero simplemente ordenan a su banco central que emita más moneda fiduciaria (papel moneda sin respaldo). El único soporte con el que cuentan para imprimir más y más es la confianza que los ciudadanos tienen en sus instituciones. 
Si bien los gobiernos tratan siempre de mantener un equilibrio razonable, para no perder el control y evitar que una excesiva producción de billetes dé al traste con todo el sistema financiero, algunas veces se les va la mano y ocasionan grandes distorsiones económicas causantes de catástrofes financieras que afectan a toda la población. La historia está llena de ejemplos al respecto: Estados Unidos (1783), Alemania (1922), Hungría (1945), Grecia (1941), China (1947), Argentina (1989), Brasil (1989), Perú, Nicaragua, Angola, Zimbabwe, Venezuela, etc., etc.
Hasta el día de hoy esas crisis han sido localizadas y han afectado solamente a los habitantes de los respectivos países. En la actualidad nos encontramos ante un fenómeno similar, pero con dimensiones globales. Me explico: los bancos centrales de las principales monedas de reserva (el dólar, el euro, la libra y el yen) han estado emitiendo dinero fiduciario descontroladamente durante los últimos años. Se trata de montañas de papel moneda que han sacado al mercado sin un soporte real. Solamente basados en el factor “confianza”, un activo muy frágil, que puede desmoronarse en cualquier momento.

Cuando he sacado a colación este tema en diferentes conversaciones con personas educadas de diferentes sectores económicos (muchas de ellas relacionadas con el mundo empresarial y financiero) siempre me he encontrado con la sorpresa de que son muy contadas aquellas que saben que las monedas ya no están respaldadas por ningún activo real, como ocurría en el pasado. La mayoría aún tiene la creencia de que el papel moneda sigue estando respaldado por oro guardado en algún lugar secreto de los bancos centrales.

Lo anterior no es de extrañar, puesto que otro tanto ocurre en el mismo corazón del poder, en los Estados Unidos. Cuenta el exsenador y excandidato presidencial Ron Paul que durante una conversación con otros congresistas le sorprendió uno de sus colegas con una pregunta: «¿Acaso el dólar no está respaldado por oro?».

Supongo que la misma situación se presenta en el resto del mundo: todos aceptamos el papel moneda a cambio de nuestros productos y servicios, sin tener conocimiento de la fragilidad sobre la que ha sido fabricado. Todo lo que se requiere para que el sistema se derrumbe es que los usuarios comiencen a perder confianza en el sistema, y eso es lo que ocurrirá cuando los grandes volúmenes de papel moneda terminen por saturar los mercados. Entonces todos volverán la mirada hacia el único activo que desde tiempos inmemoriales ha mantenido su valor real: EL ORO.

(Introducción del libro «El tesoro está en el oro» de Rigoberto Puentes)

*Experto en planeación financiera, autor de libros como “Finanzas para papá y mamá” “Prepárese que ahí viene el lobo” y “El tesoro está en el oro”.

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