El debate de la reforma tributaria en el Congreso está bastante enrarecido. La pregunta es cómo hará el Gobierno para que la nueva ley salga adelante antes del 16 de diciembre.
Las razones son claras: el Gobierno se demoró en la presentación del proyecto y tanto los congresistas como los mismos miembros del gabinete presidencial han sentido el recorte en los presupuestos de inversión para el próximo año; eso genera enormes tensiones, tanto al interior del Ejecutivo como dentro de la bancada oficialista.
Prueba de ello fue lo ocurrido durante el Consejo de Ministros del pasado 18 de octubre, durante el cual se hizo la presentación de la reforma. La reunión empezó, según fuentes que asistieron a ese encuentro, con un llamado de atención del presidente Juan Manuel Santos al ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, por la estrategia de filtrar algunos contenidos de la reforma como el monotributo. Según el Primer Mandatario, la estrategia debió enfocarse en presentar los contenidos generales en un solo envión y no a cuentagotas, como ocurrió finalmente.
El Consejo también estuvo caldeado porque al parecer el contenido de la reforma era más agresivo y tocaba a muchos sectores. Tanto los ministros Juan Fernando Cristo, del Interior, como David Luna, de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, alzaron su voz de protesta por medidas específicas incluidas en el articulado. Uno de los momentos más neurálgicos se dio cuando el ministro Cárdenas anunció que el impuesto a la venta de viviendas nuevas se empezaría a aplicar a partir de $92 millones. Allí muchos mostraron su preocupación por el impacto en la opinión pública de tal decisión. Al final, la determinación adoptada fue subir el límite a $800 millones y a partir de allí se aplicaría ese impuesto.
La tensión fue tal que el Presidente les pidió a los Ministros que, en materia de reforma tributaria, se lavara la ropa sucia en casa: esto significa que el Primer Mandatario no quiere ver a Ministros pronunciándose como si estuvieran defendiendo gremios específicos. Todo deberá discutirse al interior del Gobierno.
Si dentro del gabinete llueve, por el lado del Congreso truena. El representante a la Cámara por Bolívar, Hernando José Padaui, presidente de la Comisión Tercera y quien tiene la sartén por el mango en la discusión del proyecto, aseguró que el ambiente en el Congreso no es el mejor, por distintas razones.
Primero, porque la reforma, en su consideración, llegó muy tarde, y esto reduce el margen de maniobra para darle una buena discusión legislativa.
“El tiempo es poco para debatir una medida que se esperaba fuera estructural. Durante muchos años nos han vendido unas reformas estructurales y han resultado en adefesios y situaciones incómodas para los contribuyentes”, explicó.
El otro asunto que agrava el ambiente es que actualmente todos están sintiendo los recortes en inversión que tuvo que implementar el Ejecutivo para poder cumplir con la regla fiscal.
“Si bien se han presentado reformas –dijo Padaui–, los presupuestos son muy deficitarios, los recaudos de las anteriores reformas no han alcanzado, la inversión en las regiones disminuyó y los Ministerios están ajustados presupuestalmente”.
La voz del representante Padaui, miembro de Cambio Radical, es clave, pues será él quien decida cuándo se hacen las sesiones para aprobar la reforma en primer debate, pues es el presidente de la Comisión Tercera de la Cámara, encargado de realizar la convocatoria para las sesiones. En esta oportunidad, por tener mensaje de urgencia, las comisiones terceras se reunirán conjuntamente y no será necesario convocar a las comisiones cuartas, pues la reforma tributaria no está atada al financiamiento del Presupuesto de 2017; si es aprobada, el Gobierno presentará una adición presupuestal el próximo año para ampliar los volúmenes de inversión.
Padaui fue más allá y criticó el contenido mismo de la reforma. “No se necesita ser un genio para proponer que un aumento en el IVA cubra las necesidades de financiamiento del Gobierno. No hay que ser demasiado inteligente para plantear lo que se ha planteado: sacarle al ciudadano del común los mayores recaudos. Tomar al ciudadano de a pie, eso no es novedoso”, explicó.
Por eso al preguntársele si será necesario convocar a sesiones extraordinarias para aprobar el proyecto respondió: “Yo dudo mucho que el 16 de diciembre esté aprobada la reforma tributaria. Como digo, vamos retrasados, hay que socializar los temas, para darle el primer debate. En el caso de que sea aprobada este año se requeriría de sesiones extraordinarias”, señaló. Al contrapreguntársele si creía posible acaso que la norma no fuera aprobada este año, el representante respondió: “Es posible, todo es posible, porque los tiempos no nos dan tan fácil”.
La preocupación central de Padaui es el poco tiempo. “Vamos a acelerar la marcha –comentó–; a hacer dinámicos los procesos, pero no vamos a ir a las carreras. No nos van a meter en un berenjenal, porque los únicos afectados serán los colombianos de clase media”.
El senador Elías coincide con Padaui en que el debate va a ser complejo; sin embargo, no tiene ninguna duda de que la reforma va a ser aprobada. En esto hay consenso al interior de muchos congresistas de la Unidad Nacional, porque un escenario sin reforma tributaria va a generar muchos más problemas; inclusive, podría abrir las puertas a una recesión, pues los costos de financiamiento del país (tanto para el sector público, como el privado) podrían aumentar astronómicamente. Algunos consideran que el impacto podría disparar el servicio de la deuda colombiana en al menos US$10.000 millones; más de tres veces lo que se espera recaudar con la tributaria. Así que al Congreso solo le queda asumir el menor costo posible para la economía colombiana, esto es, sacar la mejor reforma tributaria posible.
Por ahora, todo indica que el Legislativo va a imponer su ritmo y, muy probablemente, va a aprovechar la circunstancia para presionar al Gobierno. En la primera semana, luego de radicada la reforma, se contemplaron los ponentes que podrían quedar definidos al inicio de noviembre. Luego serán programados foros regionales y reuniones con empresarios en varias regiones del país. “Queremos ir con certeza para poder recibir la opinión de todos los colombianos”, comentó Padaui.
Que la reforma es necesaria parece ser el consenso, pero que no van a aprobarle al Gobierno todo lo que propuso, sin que medie una dura negociación política, es ya un hecho descontado. Sea cual sea el escenario, lo único cierto es que el tiempo sigue corriendo y, al paso que vamos, el 16 de diciembre llegará más pronto que tarde.
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