La filtración de millones de documentos de la firma panameña Mossack Fonseca, los llamados Panamá Papers, ha puesto al descubierto las maniobras de ricos y poderosos de todo el mundo para ocultar su dinero y evadir impuestos.
Y en lo que a tributos se refiere, cifras de distintas organizaciones internacionales muestran que las contribuciones de las personas más acaudaladas suelen ser bajas en relación con el monto de su riqueza.
Algo particularmente marcado en América Latina, donde los números son contundentes. En nuestra región el 10% más rico posee el 71% de la riqueza y tributa sólo el 5,4% de su renta, según un nuevo informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
En algunos países, los más acaudalados pagan entre el 1% y el 3% de su ingreso bruto, mientras que en otros el porcentaje trepa hasta el 10%. Pero la tendencia es clara cuando se la compara con el mundo desarrollado. (Ver el gráfico de abajo sobre la proporción de impuestos a la renta que pagan los más ricos en distintos países).
Fuente: Cepal, 2016
En Estados Unidos, la contribución de los más acomodados es del 14,2%. Y en algunas naciones europeas excede el 20%. Ricardo Martner, jefe de la Unidad de Asuntos Fiscales de la Cepal, le dice a BBC Mundo que este desequilibrio cobra particular importancia en medio de los problemas económicos regionales y globales.
«En la época del boom este tema podía tener menos urgencia. Ahora con la crisis, con la dificultad para endeudarse, con la dificultad para crear recursos, es un tema que requiere una solución mucho más clara», asegura Martner.
BBC Mundo analiza 3 razones por las que los ricos terminan pagando menos impuestos en América Latina y 2 consecuencias para el resto de la población.
RAZONES
- Estructura impositiva regresiva
La recaudación impositiva que financia el gasto público se basa en impuestos directos (a la renta y a la propiedad) e indirectos (al consumo).
Los primeros favorecen la equidad bajo el principio de que el que más tiene más paga, mientras que el impuesto al consumo –también llamado al valor agregado o IVA– se basa en el principio exactamente opuesto: el rico y el pobre pagan el mismo impuesto añadido al precio de un producto, algo que los críticos consideran inequitativo o «regresivo».
Si bien la recaudación fiscal creció más del 42% en los últimos 25 años en América Latina y hoy se sitúa en un 21,7% del Producto Interno Bruto (PIB), lo que es un récord histórico, la realidad es que sólo un tercio de esta carga impositiva se basa en impuestos a la renta. La mayoría sale del regresivo impuesto al consumo.
«El aumento de la recaudación ha seguido este esquema. Hay mayor presión tributaria, pero la mayor parte viene de aumentos del IVA«, dice Ricardo Martner, de la Cepal.
En los últimos años se han buscado reformas que fortalezcan el impuesto a la renta tanto en las corporaciones como en las personas, pero queda mucho por hacer».
- Evasión fiscal
A esta deficiencia estructural del sistema impositivo se añade otro problema «crónico»: la evasión fiscal. Con un ejército de contadores y exclusivos estudios de abogados a su disposición, con una red financiera internacional de paraísos fiscales, las empresas y los millonarios son maestros en este rubro.
Los Panama Papers que tienen en jaque a más de un gobierno a nivel regional y mundial, son un claro ejemplo de este laberinto financiero-legal. Según la Cepal, la evasión de impuestos sobre la renta personal, corporativa y del IVA le cuesta a América Latina y el Caribe más de US$320.000 millones al año, es decir 6,3% del PIB.
Un estudio de Global Financial Integrity, una organización con sede en Washington, EE.UU., halló el año pasado que tres países de América Latina se encuentran entre las 15 naciones con más flujos ilícitos del mundo: México, Brasil y Venezuela.
En estas transacciones irregulares participan no sólo los millonarios que buscan ocultar su fortuna para pagar menos al fisco, sino también multinacionales que, según Global Financial Integrity, son las principales causantes de estos flujos, por medio de la subfacturación de sus exportaciones (declaración contable fiscal menor que el pago real).
En este marco, Jorge Gaggero, miembro de Tax Justice, una red internacional para la justicia fiscal, distingue tres tipos de países a nivel regional. «En naciones como México y Venezuela, los ricos no están gravados de modo relevante porque la recaudación proviene del petróleo, que termina siendo una fuente de evasión fiscal», le dice a BBC Mundo.
«En las naciones de América Central se puede decir que los ricos gobiernan para sí mismos, algo que se refleja en la estructura impositiva».
«Y Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia y Ecuador son los países que han avanzado más, pero que no han resuelto la inequidad impositiva y los altos niveles de evasión», completa Gaggero. El especialista señala que la clave es la política.
En otras palabras, estos esquemas tributarios tienen una larga historia (el impuesto a la renta comienza en la región en los años 20, aunque existía en el mundo desde el siglo XIX), que se decide por la relación de fuerzas en las distintas sociedades.
«Hay países en los que los sectores del poder económico gobiernan, pero incluso en los que no ejercen directamente el poder tienen la capacidad de bloquear todo proceso de reformas progresivas de alguna relevancia», le dice Gaggero a BBC Mundo.
- Exenciones impositivas
Uno de los mecanismos favoritos de estas élites político-económicas son las exenciones impositivas.
Los especialistas hablan de la tasa efectiva impositiva para distinguir entre la tasa teórica (la que deberían pagar ingresos de determinado valor) y la real (la contribución efectiva una vez que el ejército contable-legal ha exprimido al máximo todo el sistema de exenciones, deducciones impositivas y evasión fiscal).
Según la Cepal, de los 16 países que tomó en cuenta en su último estudio sobre la situación fiscal regional, sólo tres (Argentina, México y Uruguay) tienen tasas efectivas que exceden el 8% para el decil más alto y únicamente México alcanza el 10%.
Estos porcentajes están muy por debajo del mundo desarrollado, en el que la tasa efectiva se encuentra entre el 14% y el 20%.
Las exenciones tanto para las corporaciones como para los más ricos se han justificado durante mucho tiempo como un estímulo a la inversión, que al final supuestamente beneficia al resto de la sociedad.
«La realidad es que los incentivos tributarios no son razón suficiente para crear un clima de inversión. Este depende de otros factores que tienen que ver con la inversión en bienes públicos esenciales, la cual requiere mayor recaudación para el gasto», le dice a BBC Mundo Ricardo Martner, de la Cepal.
CONSECUENCIAS
- Creciente déficit fiscal
En época de vacas flacas, el déficit fiscal promedio está al alza en América Latina: el año pasado fue del 3%. Los ricos no son los únicos responsables de este panorama.
Los alarmantes niveles de informalidad laboral regional y la caída del precio de las materias primas también han impactado en la recaudación. La realidad es que todos contribuyen al desfinanciamiento de un Estado queinvierte mucho menos en salud, educación y programas sociales que los de los países desarrollados.
El gasto social, que pasó de US$801 per cápita a principios de la década de 1990 a US$1.841 en 2013-2014, ha retrocedido o ha quedado en una meseta, y esconde fuertes diferencias en distintos países.
En Bolivia, Guatemala, Honduras y Nicaragua no supera los US$300 por persona, mientras que en Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica y Uruguaybordea o supera los US$2.000 por cabeza.
«El déficit fiscal está generando una restricción del gasto y reducción de subsidios a los que menos tienen», advierte Ricardo Martner, de la Cepal.
Uno de los ejemplos más drásticos de esta disminución de subsidios se ha visto en Argentina, con el nuevo gobierno de Mauricio Macri. El mandatario ha recortado el gasto público y a la vez ha aumentado varias veces el costo de la electricidad, el transporte y otros servicios básicos.
Según el Observatorio de Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, 1,4 millones de personas cayeron en la pobreza a raíz del ajuste del gasto fiscal(y la devaluación) llevadas adelante por Macri desde el 10 de diciembre, fecha en la que asumió la presidencia.
Pero Argentina no está sola en esta búsqueda de reequilibrar las cuentas con eliminación de subsidios. Brasil (electricidad y gasolina), Ecuador, Venezuela y México (gasolina) son otros casos en la región.
- Desigualdad
En la Unión Europea el llamado Coeficiente Gini, que mide la desigualdad, ha visto una disminución del 11,6% gracias al impuesto sobre la renta. En comparación, América Latina sólo ha reducido la inequidad en un 2,1% a través de la recaudación de este tributo.
Con las vacas gordas de principios de siglo, la Cepal registró una importante caída del Gini que pasó del 0,507 al 0,491, con variaciones significativas en nueve de los 16 países medidos, en especial Uruguay (reducción del 2,7% anual), Argentina(-2,3%) y Ecuador (-2,2%).
Sin embargo, un estudio específico sobre Argentina titulado «Fuga de Capitales III (2002-2012)» halló que la evasión fiscal era de tal magnitud que el coeficiente se disparaba de 0,42 a 0,49 puntos una vez que se contabilizaban los fondos fugados a paraísos fiscales.
Juan Velardi, exasesor de Mercedes Marcó del Pont, directora del Banco Central de Argentina entre 2010 y 2013, le advierte a BBC Mundo que la desigualdad también alcanza a un perjudicado menos visible del desfinanciamiento fiscal: la clase media.
«Los pobres están corridos de los canales formales de comercialización y entonces lo que pagan de impuestos por su consumo es muy discutible», dice.
«La clase media es fundamental en el sector asalariado, es decir, aquellos a los que se les descuenta el impuesto directamente del sueldo y que son los más fuertes y seguros contribuyentes del sistema impositivo».
«Ellos sienten plenamente en los servicios públicos y el consumo estos aumentos impositivos con que se intenta cubrir el desfinanciamiento estatal», concluye Valerdi.