Durante la última década, Colombia se benefició de una amplia entrada de recursos externos, impulsados principalmente por el auge en la exportación de materias primas y la inversión extranjera directa en el sector minero-energético.
En medio del contexto favorable durante el periodo 2004-2013, la banca desempeñó un papel fundamental como catalizador del crecimiento económico colombiano.
Ahora, cuando no solo este sino los años venideros plantean grandes incertidumbres y riesgos para la actividad económica, Asobancaria evalúo cómo se viene comportando el sector en materia crediticia y ante qué escenarios podría enfrentarse en el periodo 2015-2016.
Tan solo en el último lustro, la cartera crediticia creció en promedio 15,3 % anual y su participación en el PIB hoy bordea el 41 %, la cifra más alta de la última década.
A su vez, el valor agregado del sector de intermediación financiera ha venido creciendo por encima del PIB total: 8,3 % anual entre 2010-2014 y 9,4 % anual en el primer trimestre de 2015.
En la coyuntura actual, las cifras consolidadas a junio de 2015 dan cuenta de un sistema bancario saludable, sólido y comprometido con la realidad económica del país.
En efecto, la cartera total de los establecimientos bancarios creció al 11,3 % real anual, el indicador de calidad fue 3,0 % y los desembolsos han ascendido a $126 billones en lo corrido del año a junio, lo que representa un incremento del 11 % real respecto al mismo periodo de 2014.
DINÁMICA GENERAL DE LA CARTERA CREDITICIA
Un sistema financiero más desarrollado promueve ganancias en la productividad al enfocarse en los proyectos de mayor calidad, al movilizar el financiamiento para los empresarios, proporcionar mecanismos para la diversificación del riesgo y al revelar con mayor precisión los beneficios asociados a nuevas actividades.
Respecto a la evaluación sobre lo ocurrido en lo corrido de este año se reafirma la idea de un aterrizaje relativamente suave en materia crediticia.
En junio de 2015, la cartera en términos reales logró expandirse 11,3 % anual, mientras en el mismo mes de 2014 la variación había sido de 11,7 %.
Una de las mayores conquistas ha sido la de mantener el índice de calidad de cartera en niveles bajos y estables.
En junio pasado, el índice tradicional de calidad de cartera, medido como la razón entre la cartera vencida y cartera bruta, fue de 3 %, una cifra que se ha mantenido sin mayores sobresaltos desde 2011. Incluso, con el advenimiento de la crisis financiera internacional de 2009 este índice, en el momento de mayor tensión, alcanzó niveles de 4,7 %.
POR MODALIDAD
En junio de 2015, del saldo total de cartera, el 57,9 % correspondió a la cartera comercial, el 27 % a la modalidad de consumo, 12 % a vivienda y el 3,1 % a microcrédito.
Al realizar el balance frente a la composición presentada un año atrás, se evidencian incrementos en las participaciones de las carteras de microcrédito, vivienda y comercial, siendo la de microcrédito la que logró un mayor avance como consecuencia de la entrada de nuevos jugadores en el sector financiero dedicados a la irrigación de este tipo de crédito.
Debe recordarse que el microcrédito diez años atrás difícilmente representaba el 1 % del total de la cartera y su avance ha permitido que hoy dicha participación supere el 3 %.
Esta clase de créditos es uno de los instrumentos más valiosos con los que cuenta el país para avanzar en la reducción la pobreza de manera efectiva y garantizar, junto con el fortalecimiento del potencial productivo, la inclusión financiera de muchas mujeres que hoy cuentan con problemas de acceso.
¿HACIA DÓNDE IRÁ LA CARTERA?
Según los últimos sondeos, las proyecciones de crecimiento del mercado continúan señalando un amplio rango (1,5 % a 3,7 %), un resultado de la alta incertidumbre sobre el rumbo de la economía mundial, los precios de los ‘commodities’ y el desempeño fiscal.
En este escenario, y con base en los estimativos de Asobancaria para el crecimiento de 2015-2016, los modelos de equilibrio de la Asociación hablan de que este año la cartera crecerá alrededor de 8,4 % real, un resultado consistente con un crecimiento del PIB en 2015 en torno al 3,0 % real.
El componente de vivienda es el único que crecería por encima de 10 %, impulsado por:
-Unas tasas de interés que seguirían bajas y estables en lo que resta de 2015.
-Las mejoras en el mercado laboral y las ganancias en materia de empleo formal.
-El efecto generado por las preventas de vivienda nueva que se dieron en la primera parte de 2014, cuyo efecto se transmite entre un año y año y medio después sobre los desembolsos.