El Director del Departamento para el Hemisferio Occidental de ese organismo, Alejandro Werner, destacó cómo esta se enfoca en lograr eficiencia económica y un mejor régimen tributario. Aplaudió el hecho de que se busque eliminar gradualmente el impuesto al patrimonio de las empresas.
Desde hace un par de años, Alejandro Werner es el director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional. Gracias al hecho de tener un punto de mira privilegiado, este economista mexicano tiene una visión de conjunto sobre la marcha de una región que anda menos bien de lo que se esperaba.
Sobre este y otros temas dialogó recientemente con Portafolio.
¿Qué opina de la caída en los precios del petróleo y su impacto en América Latina?
Tiene un impacto diferencial en la región, pues beneficia a unos pero afecta a otros. Está el caso extremo de Venezuela, altamente dependiente del crudo; allí hay un choque. Centroamérica y el Caribe se benefician de manera importante de la caída.
El Fondo ha hablado de la necesidad de estrechar las relaciones comerciales en la zona. ¿Por qué?
La región en su conjunto tiene demasiadas asociaciones vinculadas con las relaciones comerciales.
Esto genera una multiplicidad de regímenes que incrementan los costos de hacer negocios dentro del área. Producto del auge de las materias primas, hubo una especie de incentivo a integrarse menos porque su relación con el mundo había sido a través de bienes primarios. Ahora, en un entorno de menor impulso externo, es importante buscar dinámicas internas que provengan de impulsar el mercado regional y la inversión, y de armonizar más nuestras normas en telecomunicaciones, energía y logística. Se trata de trabajar más coordinados.
¿Qué más ve?
Hay aspectos importantes en términos de transparencia, como es mejorar el debate sobre las políticas públicas. Eso saca un poco de la lucha ideológica algunas decisiones técnicas, porque la transparencia hace claros los beneficios de políticas percibidas como buenas para la sociedad.
Hemos visto que la cantidad de información que hoy tenemos sobre lo que hacen los gobiernos es mayor a lo que sabíamos hace 15 años. Eso es importante.
¿Le preocupa que la depreciación de las monedas nacionales le quite espacio a los esfuerzos para mejorar competitividad?
Los movimientos cambiarios que estamos viendo en la región se están dando en un contexto de relativa estabilidad de precios y de credibilidad en las metas de inflación de mediano plazo. En ese sentido, al revés, ayudan a la competitividad de las economías. Al desarrollo de exportaciones no tradicionales. También, a la llegada de inversión extranjera directa.
¿Cómo analiza la devaluación de las diferentes monedas?
Es el movimiento esperado que uno anticiparía en economías donde los principales determinantes de sus cuentas externas se están debilitando, como las materias primas, y donde el crecimiento se está desacelerando. También se encuentran los movimientos relativos en las tasas de interés.
Entonces, las tasas de cambio están respondiendo a eso. Es una respuesta deseada porque va a ayudar a minimizar el impacto de la variación en las condiciones internacionales, en los niveles de actividad local.
Los pronósticos de crecimiento del FMI para la región en el 2015 son bajos. Sin embargo, hay países de países. ¿Qué tanto diferencian los mercados esta realidad?
Los mercados sí diferencian. También es importante analizar a veces cuál es la fuente de los movimientos de ciertas variables. ¿A qué me refiero? Cuando la fuente es externa, vemos una primera reacción generalizada, porque todos los países están siendo afectados por el mismo shock: un aumento en las tasas internacionales, como en mayo del 2013. Obviamente a veces las primeras reacciones son de agrupar a todos los países, y, después del tiempo, los mercados empiezan a distinguir entre países con mayor inflación, con mayor déficit de cuenta corriente, con mayor endeudamiento…
¿Qué sigue después?
Luego vemos efectos en los cuales lo que genera el movimiento de los inversionistas son factores locales. Ahí la pregunta es si existe la posibilidad de contaminación de un país al resto. Los inversionistas son mejores en distinguir los matices que en el pasado. Los problemas se han concentrado en naciones que tienen regímenes muy diferentes a los del resto. En fin, creo que la posibilidad de contagio es menor de lo que era antes.
¿Qué opina de la reforma tributaria que hizo Colombia?
En el conjunto de la región hay una visión que hace varias décadas no se observaba: es preventiva. Por ejemplo, la reforma fiscal chilena anticipó presiones de gasto en el futuro. En México hubo algo similar con la misma actitud. En Colombia, por segunda vez en tres años, vemos al Gobierno primero haciendo una reforma fiscal enfocada en la eficiencia económica y en un régimen tributario más eficiente. Ahora, la reforma anticipa un entorno de precios del petróleo más bajo.
¿Qué quiere decir?
La reforma de manera responsable busca ingresos adicionales, porque las fuentes tradicionales se ven mermadas. Creemos que es una reforma apropiada, con una visión prudente y seria de cómo manejar las finanzas públicas. Hemos visto cómo los marcos institucionales, cómo las reglas fiscales apoyan la confianza en la economía en el mediano plazo.
Por cierto, hay voces en Colombia que hablan de relajar la regla fiscal…
En otros países que han tratado de modificar las reglas fiscales, se han visto consecuencias reflejadas en un aumento en las tasas de interés y en el riesgo país. También, en la volatilidad de los mercados. Creemos que la reforma es importante y vemos que tiene un cierto componente de eficiencia al eliminar gradualmente el impuesto al patrimonio en la parte corporativa. Es un movimiento estructural importante.