El neuromarketing no es algo nuevo, pero cada vez cobra mayor fuerza y se populariza más en las empresas. Según los especialistas es el futuro del mercadeo.
Tigo contrató a la empresa Connecta para que evaluara uno de sus comerciales de televisión con los consumidores. El estudio consistió en conectar unos electrodos al cerebro de los participantes para que de esta manera se registrara su comportamiento frente a un estímulo visual.
A través de un equipo de neurociencia (disciplina que estudia cómo se comporta el cerebro humano) se logra ver, segundo a segundo, el impacto emocional del comercial y el nivel de atención y el interés que despierta o no en el consumidor o, en otros casos, entender el proceso de toma de decisión de un individuo de manera particular.
“El neuromarketing aplica los conocimientos de la neurociencia al mercadeo, para así entender el comportamiento del consumidor en sus tomas de decisiones de compra frente a marcas, productos y servicios, o en opinión pública sobre intención de voto”, explica Liliana Baena, socia fundadora de Connecta, y quien además realizó una maestría en neurociencia en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Los resultados de las mediciones que se realizan a través del neuromarketing permiten a las empresas, por ejemplo, saber si sus piezas están funcionando, dónde hay que hacer ajustes y en qué partes tienen más impacto para que de esta manera, puedan desarrollar otras piezas de publicidad basadas en los elementos de alto impacto que arrojaron los estudios.
Connecta empezó a realizar este tipo de estudios recientemente a través de una alianza con el Dr. Jaime Romano Micha, médico neurólogo PhD en neurociencias, fundador del laboratorio de neurociencia mexicano Neuromarketing. Según Baena un estudio a través de este mecanismo no tiene un costo significativamente mayor a las investigaciones de mercado tradicionales y pueden llegar a valer un 10% o 15% más.
“Para los clientes es muy importante conocer con exactitud las reacciones de los consumidores ante las piezas de comunicación que están elaborando. Es muy diferente preguntarle al alguien cómo le pareció un comercial, a saber realmente y con detalle qué efectos causó en la persona”, agrega Baena.
Frente a este tema, Camilo Herrera, presidente de la firma Raddar, considera que las herramientas neurocientíficas son el futuro de la investigación de mercados, pero que aún hace falta más por desarrollarse, pues ya llegó al límite del conocimiento tanto del cerebro como del consumidor.
“Lo considero muy útil y en el futuro va a ser muy exitoso, pero es una herramienta más, de muchas otras que hay en el mercado para entender al consumidor, no creo que pueda llegar a reemplazarlo todo”, afirma
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