El mandatario recordó una promesa hecha a la banca si se lograba aumentar la bancarización.
El presidente Juan Manuel Santos les pidió a los codirectores del Banco de la República analizar la posibilidad de elevar los topes de las tasas de usura, en cumplimiento de una promesa que les había hecho a los banqueros hace algún tiempo si estos lograban incrementar los niveles de bancarización en el país.
Aunque esta noticia la estaba esperando la banca desde hace años para avanzar en la profundización del crédito, también quería escuchar que pronto se le pondría fin al 4 por 1.000, pero el mandatario dijo que eso no se podrá hacer antes del 2018 debido a las necesidades de recursos que tiene la Nación.
Sin embargo, durante la clausura de la 49 Convención Bancaria, realizada en Cartagena, Santos se comprometió a desmontar dicho tributo, el cual no es permanente, pese al tiempo que lleva operando.
Así mismo, les dijo a los banqueros que había tomado atenta nota de las peticiones surgidas en torno al asunto tributario que se habían presentado en estos dos días de convención, aspectos que entrará a analizar con su equipo económico.
También mencionó ante los banqueros del país las metas, de aquí al 2018, de elevar el ingreso de los colombianos de 8.000 a 11.200 dólares, reducir el desempleo a una tasa de 7,5 por ciento, elevar la inversión al 32 por ciento del producto interno bruto (PIB), bajar los niveles de pobreza al 25 por ciento y los de pobreza extrema al 5 por ciento.
Al referirse al proceso de paz, Santos pidió a los asistentes confiar en el equipo negociador y en el proceso y dijo que estaba seguro de que se podía sacar adelante.
Por otra parte, durante un panel de la convención, varios exministros de Hacienda, entre otros expertos, armaron la receta con la que se podrían evitar nuevas reformas tributarias en el país.
En el panel, el exministro Alberto Carrasquilla señaló que el país no requiere embarcarse en una reforma tributaria ni aumentar los impuestos, sino que se debería revisar, más bien, el marco fiscal de mediano plazo, reemplazar los impuestos transitorios y quitar las presiones fiscales con menos inversión y gasto público.
A su turno, Luis Fernando Alarcón mostró su conformidad con la necesidad de gravar los dividendos y con que se aumente la base gravable en los impuestos clásicos, como la renta. Alarcón señaló que la actual coyuntura implica grandes decisiones políticas que no se pueden seguir aplazando.
En su opinión, una de esas decisiones tiene que ver con el impuesto al patrimonio, que, como se aplica, no tiene sentido, pues es más un impuesto a la inversión y no a la riqueza. Sugirió que recaiga más en las personas y no en las compañías.
El investigador de Fedesarrollo Roberto Steiner propuso que fuera universal, extendido a todos los productos y que haya mecanismos de devolución a las personas más pobres.
Por último, el director de la Dian, Santiago Rojas, insistió en la política que ha diseñado el Gobierno para recaudar 12,5 billones de pesos y atender necesidades del gasto del 2015 apoyándose en la extensión del 4 por 1.000 y el impuesto al patrimonio.
‘Mermelada, a sus justas proporciones’
“Hay que recortar los gastos y la mermelada a sus justas proporciones”, dijo el exministro de Hacienda Guillermo Perry, quien agregó que, si no se pueden desmontar los impuestos transitorios, por lo menos se deben modificar.
Por eso, se debería volver al 2 x 1.000 y dejar una tasa más elevada para retiros en efectivo. Sugirió, también, el impuesto a las utilidades contables de todas las empresas.