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LOS DE POS, LOS PREPAGADOS Y LOS DE CONTADO‏


LA COLUMNA DE BEGUE

Hace varios días me tocó presenciar en una prestigiosa clínica de Medellín la degradante y triste historia de la discriminación de la salud y del servicio a tres ciudadanos de diferente condición social y económica, pero de igual dignidad como personas.
Dos señoras y un señor, fueron los protagonistas de este drama circense que se repite a diario en cada uno de los centros hospitalarios de la ciudad y del país.
El pobre señor, seguramente empleado y contribuyente a la eps a través de su empresa, acababa de ser operado de un brazo e ingresaba a la sala de recuperación donde el drama latente se sentía.
Una de las señoras, empleada, contribuyente también a la eps, pero con un poco más de capacidad económica, tenía su salud preparada en una de las reconocidas firmas aseguradoras del país, también ingresaba a la misma sala de recuperación tras una delicada cirugía acompañada de sus familiares.
La otra señora, no sé si empleada, o si estudiante, o si ama de casa, y no sé si contribuyente o con salud prepagada, también salía de su cirugía: se acababa de poner tetas, como se dice en el argot popular, y seguramente tenía las mismas o menores dolencias que sus dos acompañantes antes mencionados.
El señor, resignado y en silencio, esperaba con mucho dolor su remisión a un cuarto compartido que por regla general ocurre cuando solo te defiende la eps. Ni una voz de aliento, ni una delicadeza con el señor por parte de las enfermeras y/o empleados.
La señora de la delicada cirugía, bajo las mismas circunstancias, esperaba con muchísimo dolor, el traslado a su cuarto individual que no le querían dar y que ella y sus acompañantes a brazo partido luchaban por conseguir………Que opinan, luchaban por conseguir! como si fuera un derecho no adquirido después de uno sacrificar parte de su salario, para precisamente conseguir lo que no le querían dar. Ni una amabilidad, ni una esperanza de irse para su cuarto, ni su cuarto.
La de las nuevas tetas, que seguramente iba a pagar en efectivo, sin tenerse que remitir ni a la eps, ni a la empresa aseguradora, colmada de atenciones, agüita aromática y carantoñas. Estaba pletórica, pues aparte de su nuevo look, era todo atenciones y pronto estaría disfrutando de mejores atenciones en su cuarto privado que no tenía que pelear con nadie.

Al final, la del pago en efectivo, derecho para su habitación, sonriente y sin dolor, pues como todos deben saber, hay drogas para el dolor dependiendo del paciente, de la afiliación y de los $$$$ con los que contribuya a la clínica tratante.

La de la cirugía delicada, después de 4 horas de lucha interna, de sus familiares, enfermeras, aseguradora y la misma paciente, logro su habitación independiente, muerta del dolor, de la rabia y jurando nunca más volver a esa clínica desconsiderada y abusiva.

Y finalmente el pobre hombre resignado de la eps, quien esperando y esperando tuvo ganas de orinar y entonces con muy poca amabilidad le pasaron un pato para que se liberara de la presión con tan mala suerte que estaba roto y lo que orino en el pato, le cayó encima.

Esa es nuestra salud, el que tiene dinero vive, el que no tiene, muere y no solo de rabia.
 

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